(24 Agosto 1989)
Dibuja diariamente desde 2006. Graduado de Ilustración de la escuela Llotja.
Ocupación actual: Informador en el Museo de Historia de Barcelona.
—————————
Entrevista realizada por Roger Omar en nov-dic 2012.
¡Incluye testimonio de Pau Anglada!
—————————
Marc, ¿Qué tan equilibrada está tu balanza mente-acción, imaginación-realidad, deseo-realización? ¿Llevas a cabo gran parte de las cosas que imaginas?
Creo que no… Supongo que dibujar es una forma de llevar a cabo cosas que imagino, aunque no suelo imaginarme las cosas que dibujo como si me ocurrieran a mí. Aunque sí tienen que ver conmigo, claro… Estoy divagando. A veces se me duermen los pies o las piernas y me pregunto qué pasaría si se me quedaran así toda la vida; con esa sensación de hormigueo y sobrepeso
¿Me cuentas un chiste en tres viñetas?
Pongámonos en situación: asistes a una fiesta llena de gente desconocida. ¿Qué cosas quisieras que la gente supiera de ti sin tener que dar explicaciones ni hablar?
Esta pregunta me incomoda. Quiero pensar que nada, pero me doy cuenta de que no es del todo cierto, ya que dibujo y lo publico en mi blog o en fanzines y, por lo tanto, se da por hecho que quiero que la gente sepa que yo hago esas cosas… pero no estoy del todo seguro. A veces todo esto me parece muy, muy ridículo. Me parece algo así como una gran mentira que estoy construyendo poco a poco. La mentira de que sé dibujar y de que hago cómics. A veces me paro a pensar y me digo: Marc, ¿qué coño estás haciendo? ¿Por qué demonios haces todo esto? Y claro, si en ese momento me pongo en la situación de estar en una fiesta llena de desconocidos que piensan de mí lo mismo que yo, pues imagínate… lo paso mal.
Normalmente lo que me pasa es que me incomoda dar por hecho que esto que hago es algo definitivo y venderlo como tal. Contarlo de forma natural. Aunque, claro, si lo hago debo hablar de ello. Y además enseñarlo por internet y buscar seguidores y todo eso… Pero bueno, supongo que forma parte del proceso. Al estar en estos círculos pues tienen que conocerme y tal… supongo, no lo sé.
¿Hay algún cuerpo donde te gustaría reencarnar?
No lo sé, pero espero que alguien me haga la misma pregunta en mi lecho de muerte, entonces seguro que sabría qué responder. Al pensar en esto, me imagino de viejo con mi nieto o mi hijo haciéndome la pregunta, dando por hecho que moriré anciano y además que tendré descendencia.
Nueva situación: despiertas en la cárcel después de una noche desgraciada. ¿Cuál es el crimen por el que has sido procesado?
Dejar que alguien muera delante de mí. No me refiero a ser yo el asesino o el que manda asesinar, sino a no socorrer a alguien que está siendo asesinado. ¿Te pueden encerrar por eso?
¿En qué circunstancias te has sentido prisionero en la Tierra?
La verdad es que no suelo pensar en nuestra situación astronómica cuando me agobio. Supongo que si en ese momento consiguiera abstraerme y pensar en el infinito desaparecerían mi sufrimiento y mis ganas de huir.
¿Qué te da el dibujo además de entretenimiento?
Quiero pensar que me da cierta serenidad y estabilidad mental, pero muchas veces resulta ser todo lo contrario. A veces no me apetece nada dibujar pero lo hago igualmente… Otras veces se convierte en una tarea muy pesada que debo llevar a cabo casi por obligación. En fin, depende del día.
Imagino que es una forma de justificar mi existencia.
¿A qué etapa de tu educación temprana asocias tu gusto/afición por el cómic?
Mi afición por el cómic no se hizo demasiado obsesiva hasta que llegué a la adolescencia tardía. Hasta entonces el cómic era para mí como las películas, los dibujos animados o los juguetes. Solía coleccionar cómics pero no me planteaba dibujarlos.
¿De quién has heredado tu gusto y habilidad para dibujar?
No lo sé… quizá de mi primo, que siempre dibujó muy bien. De pequeños, a mi hermano y a mí nos encantaba ver sus dibujos. Al llegar a casa intentábamos dibujar como él pero jamás lo conseguíamos, era bastante frustrante. Además no le gustaba nada que lo mirasen mientras dibujaba. Supongo que para que no viesen cómo lo hacía o algo así. Entonces, claro, yo me quedaba con la sensación de que si no veía cómo lo hacía, jamás podría hacerlo como él. Mi mayor referente era mi primo, pero mi hermano también me parecía un muy buen dibujante. Muchas veces le pedía que me dibujara cosas que sabía que yo era incapaz de hacer. Lo intentaba imitar, pero tampoco me salía bien. Hoy en día todavía me pasa a veces. Siento como que intento imitar a mi yo ideal que dibuja como yo querría dibujar.
Dibujando te recreas con las posibilidades que da el trazo (sombras, siluetas, líneas, puntitos para crear texturas y atmósferas). ¿Habla esto de tu afición por la pureza del dibujo, o más bien de un estilo que te apetece desarrollar?
Depende del carácter de la historieta o de la escena intento hacer un estilo u otro. Ésa es mi pretensión, claro. Luego sale lo que sale y muchas veces no funciona nada ni tiene coherencia, pero bueno, en todo caso creo que el dibujo es una vía muy dinámica y con muchas posibilidades para crear sensaciones y atmósferas en una historia.
¿Supone este despliegue generoso de puntitos y líneas que no te da pereza dibujar? ¿Cuánto tiempo inviertes dibujando? ¿Dibujas disciplinadamente?
No, no me da pereza dibujar. La verdad es que la parte que más disfruto de todo el proceso es cuando compongo la página, utilizando la regla o el compás, y en el momento de entintar. Me encanta detenerme en los detalles de cada viñeta, es algo así como llevar a cabo un mandala. No pienso en nada, sólo sigo las líneas. Dibujando invierto casi todo mi tiempo libre e intento hacerlo de forma continuada.
Tienes un trazo expresionista que se hace visible, por ejemplo, en el aspecto de los personajes, con rasgos que se deforman de viñeta a viñeta según sus reacciones y gestos. ¿Es una forma de hacerlos ver más humanos? ¿Es fruto de la espontaneidad de tu dibujo? ¿Una apuesta por la diversidad?
Un poco de todo. Me gusta que se vea que lo que hay dentro de una viñeta no es un personaje o un paisaje, sino que se perciba que son líneas que conforman una imagen. Me gusta que en algunas situaciones las líneas se tambaleen. Pero como te he dicho antes, todo depende de la historia. Además casi nunca me sale como espero.
¿Hay algún terreno del cómic que te haga sentir torpe y luches por superar?
Todos. El dibujo se me hace complicadísimo casi siempre. Tener que escoger los planos y encajarlos. Luego la historia y los diálogos también suelen hacerme sentir bastante mal, la secuencialidad y la narración. Pero bueno, lo mejor de todo es cuando he acabado uno de estos procesos; veo los errores con claridad y me siento bien porque tengo la esperanza de estar cada vez más cerca de eliminarlos, aunque puede no ser cierto y es entonces cuando sienta muy mal haber estado tantas horas en ese error fatal. Ja, ja. Qué visión tan jodida de todo, ¿no?
En varios de tus cómics aparece el tema de la culpa asociado al azar, la fatalidad, la crueldad. ¿Qué te interesa de la culpa como concepto?
No lo sé exactamente. Me interesa mucho ese tema porque todos nos hemos visto involucrados en la situación de ser culpables o de culpar a alguien. En cualquier discusión, siempre nos posicionamos de alguna manera. Creo que en muchos casos el que uno sea culpable o deje de serlo depende sólo de los valores del que, en aquel momento, domine la situación. Muchas veces es una tontería determinar quién es culpable de un acto. Se pretende analizar la situación pero es muy difícil hacerlo de forma infinitamente justa. No se puede. Creo que nuestra educación es muy teocrática y con una moral muy marcada que impide el ejercicio de una justicia real, ya que al final el bien y el mal lo determina la fé.
¿Qué es fé? ¿A qué le tienes fé?
Bueno, tiene que ver con la justicia y el deber, un poco. El Cristianismo, por ejemplo, tiene los siete pecados capitales, los diez mandamientos y varios deberes hacia el ser humano. Da la sensación de que esta disposición tan clara de compromisos y faltas sea una forma de explicar al individuo y de determinarlo. Las religiones pretenden revelar la realidad de manera muy concreta, una realidad que quizás no tiene aclaración, y que quizás no puede ser juzgada. Con fé me refiero a eso.
Hoy en día todavía existe la idea de la religión como objeto de deseo y de modelo para la sociedad (quizás no en las iglesias, pero sí en los centros comerciales o en las redes sociales). Es la utilización de pensamientos que se dan por hechos para poder desarrollar y discutir otras teorías. Son ideas a las que nos agarramos de forma desesperada. La idea del bien. Siempre hay que estar comparándose con ese ideal de lo que debería ser. Cuando en realidad no debería ser de ninguna manera. Yo estoy muy atado a esas convicciones de manera muy incontrolable. A veces me encuentro pensando cosas que lo único que provocan es hacerme sentir mal, acumular odio y rencor, de forma totalmente automática. Y lo relaciono bastante con estos ideales fantasma herencia de nuestro pasado ultrarreligioso y de superstición rencorosa.
¿Hay alguna voluntad consciente en contar x tipo de historias en tus cómics, o más bien se parecen a las pesadillas recurrentes que surgen espontáneamente?
A veces cuando intento hacer un tipo determinado de historieta me acaba saliendo, a mi parecer, muy evidente y forzado. Creo que lo mejor es dejar que una situación se te ocurra espontáneamente como en una pesadilla o un sueño, sí. Pero es que no tengo tampoco las ideas muy claras, soy todavía un estudiante, se me hace terriblemente difícil teorizar sobre lo que pretendo hacer.
¿En qué situación te has sentido realmente próximo a la locura?
Creo que muchas veces. Sobre todo cuando me doy cuenta de las cosas que hago durante el día a día y por qué las hago. Cuando me doy cuenta de que voy a morir y de que no hay nada qué hacer al respecto. Cuando salgo de la burbuja del presente continuo y me paro a pensar en el paso del tiempo.
De tu formación como ilustrador en la escuela Llotja ¿qué recursos has aprovechado en tu trabajo diario como dibujante?
Descubrí el líquido enmascarador, que utilizo bastante. También aprendí a dejar las cosas más acabadas, más presentables. Hubo profesores que eran verdaderos predicadores del oficio. Conocí a Pau Anglada, con el que me junté para hacer cómics ya que hasta entonces no había hecho apenas, e hicimos los primeros fanzines de Zángano Comix. Pero cuando se acabaron las clases de la escuela fue cuando empecé a organizarme bien el día, a trabajar diariamente y a formarme una opinión sobre el arte. Cuando estaba en clase me sentía como en el útero, era como que ahí había una estabilidad muy precisa, todo seguía su transcurso natural, cobijados bajo las opiniones y el punto de vista de los profesores; pero luego las clases se acaban y te das cuenta de que nada de eso existía, nada de aquello que decían tus profesores era verdad. No hay nada a lo que agarrarte. Nada que esté indiscutiblemente bien ni mal. Puede llegar a ser muy desesperante. Estuvo bien.
-¿Cómo fue el proceso de gestación de «Abrir para cerrar»?
Fue extremadamente caótico. Las primeras páginas que dibujé las hice sin ningún conocimiento de la historia que iba a contar. Tan sólo seguía mis avaricias de dibujar ciertas cosas y de cierta manera. El guión lo reescribí unas cinco veces y lo iba dibujando cambiando el significado de las páginas cada vez. Como estuve tanto tiempo y con una idea tan poco firme de lo que quería hacer, iba dibujando las páginas de forma inconexa prácticamente. En el momento de dibujarlas no era inconexa, claro; la situación en la que trabajaba en cada momento hacía referencia a mi idea de lo que quería que fuese el cómic, pero como cambiaba tan rápido de parecer y me hartaba de las páginas ya dibujadas, se hacía muy difícil continuar. Estuve a punto de dejarlo al dibujar el segundo capítulo (en un principio el tebeo debería haber tenido cinco partes). Pero decidí continuar en contra de mi voluntad, casi, casi, para entregar el trabajo a la escuela y olvidarme para siempre. Por eso digo que fue un cómic improvisado, porque aunque no lo fue exactamente, el proceso fue bastante irracional.
-¿Hay algo en ese álbum que aún te inspire cariño?
Claro, todo. Me inspira mucho cariño la horrible experiencia que resultó ser en determinados momentos, la narración ortopédica, muchas páginas en las que me pasé horas entintando y pensando en cosas absurdas y que luego no utilicé, las pretensiones desmesuradas que tenía, en fin… Estoy muy contento de haberlo hecho, de haber pasado todo eso. Creo haber aprendido habiendo hecho algo así. Un trabajo tan lento durante tanto tiempo. Me acuerdo sobre todo de la sensación que tuve al acabar. Una sensación de vacío absoluto e insatisfacción rara. Fue muy extraño. En realidad el problema era mío. Creía que hacer ese cómic iba a ser la solución a muchas cosas y solamente fue la solución al cómic. Ahora me doy cuenta de que sí que ha sido una solución o al menos una forma de organizar y pensar sobre cosas. Hacer cómics puede ayudar mucho a distanciarte de tu forma de ver el mundo y de tus prejuicios, porque al pensar en situaciones en las que intervienen personajes, te hace pensar en maneras en las que jamás pensarías, y hacer (o más bien dibujar) cosas que jamás harías o que no podrían ocurrir. Puede llegar a ser un ejercicio muy higiénico y terapéutico.
¿Quién es Gerard Torices? ¿Qué le has aprendido?
Es mi hermano mayor. De él he aprendido casi todo lo que sé de mí mismo. A ser crítico hacia la actividad artística y hacia la vida. Si no fuera por él no haría nada de lo que hago.
-¿Qué clase de cómics dibujaría un ser con el cerebro de Gerard y la mano de Marc?
Pues no lo sé. No conozco el funcionamiento del cerebro de mi hermano y no me atrevo a sacar conclusiones.
De hecho mi hermano tiene escritos varios guiones a la espera de que sean dibujados. Es más, este año empezaré a dibujar un cómic bastante largo escrito completamente por él y con el que dedicaré gran parte de mi tiempo. Tengo muchas ganas de ver cómo queda.
-Te topas con un insecto: ¿lo dejas libre, o lo persigues y aplastas?
Él me persigue y yo huyo.
-¿En qué te pareces a tus dibujos?
Supongo que te referirás a la actitud de los personajes. Pues no lo sé… en cierta manera, la gente que aparece en mis cómics suele ser una caricatura de mis distintas actitudes hacia la gente o de las actitudes de la gente hacia mí. Es curioso cómo el papel y el comportamiento de otro puede llegar a condicionar tu propio comportamiento, tus pensamientos o tu estado de ánimo.
-¿Qué parte de tu casa le ofrecerías a dios para dormir?
¿A dios? Creo que jamás le dejaría entrar a mi casa. Intentaría ir yo a la suya, a ver cómo es.
-¿Cuál es el tono de tu voz interior: imperativo, tierno, compasivo, maternal? ¿Cómo te hablas a ti mismo?
Claramente imperativo y opresivo. Depende del momento, pero no considero tener una voz amable. Quizás me esté pasando, tampoco hay para tanto. Hay momentos o periodos en los que me tengo mayor aprecio debido a circunstancias indefinidas que por alguna razón me hacen sentir bien. Pero siempre acabo volviendo a mi estado irritante. Cuando estoy en esa fase, la considero mi estado normal. Creo ser plenamente consciente de mis valores verdaderos y de mis múltiples cagadas. Cuando estoy en este estado vejatorio creo verlo todo más claramente y las cosas que he hecho durante un periodo de mayor estimación ya no me parecen legítimas, se encoge mi autoestima y me obsesiono con errores que tampoco tienen tan gran envergadura.
-¿Hay inteligencia en el acto de dibujar o lo consideras una actividad instintiva como reír o llorar?
No la considero una actividad instintiva, aunque supongo que sí depende de los instintos en cierta manera. Dibujar es un acto un poco irracional al final, sobre todo cuando lo haces de forma muy compulsiva. En tu cabeza asocias el dibujar a un estado de ánimo agradable y recurres a ello de forma inconsciente sin que te apetezca siquiera, a veces.
-¿Te parece Barcelona una ciudad donde se consume y potencia el dibujo? ¿Te resulta motivante vivir allí?
Sí que es una ciudad donde se consumen y producen muchas imágenes pero eso no me resulta siempre algo muy motivante. Muchas veces se hace un poco pesado. Tampoco he vivido jamás en otro lugar que no sea Barcelona así que especulo bastante con lo que sería vivir lejos de aquí. Y me parece una buena idea, encontrar un lugar más tranquilo.
-¿Cómo sería un Marc cubano?
Sería alguien que no se dedicara a nada relacionado con el dibujo, que trabajase la madera para hacer canoas o algo así. Y que de vez en cuando se juntase con amigos, con los que se ha criado, para caminar por la selva y cantar. Es muy moreno de piel y se sabe subir a los árboles con facilidad. Tiene muchas novias.
-Recomiéndame 6 libros.
Los he leído más o menos recientemente, y me gustaron: «En azúcar de sandía» de Richard Brautigan, «Catedral» de Raimond Carver, «Te Elije» de Miranda July, «Carta a una desconocida» de Stefan Zweig, «Mar de fondo» de Patricia Highsmith y, sobre todo, un imprescindible en cualquier biblioteca: «El libro de la paella y de los arroces» de Lourdes March.
Menciona 3 autores cercanos a las historias que quieres contar.
Joder, me encantaría llegar a hacer cosas que empatizen tanto con el lector/espectador como lo hacen ellos. Me gustan Chris Ware, Michael Haneke, Stanley Kubrick, Milan Kundera… hace poco leí estos dos que tiene publicados aquí Olivier Schauwen y me encantaron… Lo que últimamente me gusta leer también, a parte de cómics, son escritos sobre psicología; de Jung, Freud, Piaget… Llevo un par de años leyendo algunos y me parecen muy interesantes, aunque hay muchos que he tenido que dejar a la mitad porque no los entendía.
Los autores que más me gustan son Pau Anglada, Alexis Nolla y Néstor F. Son a quienes les sigo la pista más de cerca, je, je.
-¿Qué cómics coleccionabas cuando niño y cuáles coleccionas ahora?
De niño coleccionaba cómics de Spiderman. Y más tarde de Masacre, un personaje muy carnavalesco de la Marvel. Ahora no considero que mi compra o adquisición de cómics tenga un fin coleccionista, que de niño sí. Ahora no colecciono cómics. Intento tener sólo los que sé que me va a gustar leer muchas veces. Los demás prefiero tomarlos de la biblioteca o robarlos del fnac.
¿Qué porcentaje de tu vida actual le dedicas al dibujo y a la lectura/producción de cómics?
Bastante. Leo muy a menudo cómics y dibujo diariamente. ¿Un 70% es mucho? Quizás menos, no sé. Depende de la semana.
-¿Cómo surgió la serie de retratos “100 sospechosos”? ¿Qué característica gráfica común comparten?
Eso es como un ejercicio escolar. Surge de la pretensión de aprender a dibujar.
Siempre me ha gustado mucho dibujar caras. Tengo muchas hechas y con Internet y las redes sociales es muy fácil encontrar buenas referencias.
Hice una exposición en Reus, entre finales de 2010 y principios del 2011, antes de acabar «Abrir Para Cerrar», en la que dibujé cuatro retratos intentando hacer un entintado como de cómic de terror, en pincel y blanco y negro, todos del mismo tamaño, enmarcados con unos marquitos del Ikea que son dos por 3 euros. Personajes medio siniestros o algo así, yo qué se. Y, como no los vendí, (no vendí nada en aquella exposición), los llevé al cabo de los meses a Fatbottom, una tienda de cómics que acababa de abrir en el Poblesec de Barcelona. Y a Nico y Neus, los propietarios de la tienda, les gustaron mucho y me propusieron hacer una exposición de algunas caras de ese estilo, para colgarlas en la tienda. Entonces se me ocurrió la idea de hacer muchas, muchísimas caras del mismo tamaño y todas con una expresión más o menos fría. Entonces me puse a hacerlo muy contento y, cuando ya tenía como 40 caras de gente desconocida y aleatoria, se me ocurrió dibujar a alguien conocido y mezclarlo entre todas aquellas personas. Y ahí se me fue un poco de las manos y dibujé a bastantes conocidos o semi-conocidos que me lo pidieron o a los que yo se lo pedí por alguna circunstancia… Y fue una agonía, la verdad. En algunos momentos me sentía fatal dibujando a según quién porque me decía a mí mismo que si era capaz de dibujar a tal persona, también debería dibujar a tal otra que significa mucho más para mí. Y, bueno, cuando me sumía en estos recorridos mentales era verdaderamente un suplicio. Al final estaba un poco psicótico.
Pero bueno, en conclusión, aprendí mucho a dibujar y a mirar caras. Y, salvo cuando pienso que es un trabajo extremadamente pretencioso y chulesco, me parece que estuvo bien.
-Menciona seis fanzines en los que has colaborado y dos exposiciones recientes.
Fanzines: Fanzine Adobo, Tumba Swing, Arròs Negre, Colibrí, Clift y Sunk Art Mag.
Dos exposiciones: la de las 100 caras, y una exposición colectiva de Romeo y Julieta del verano pasado, que todavía está dando vueltas por centros cívicos y bibliotecas de Catalunya.
-Di un animal que consideres repulsivo y otro majestuoso.
No creo sentir repulsión de ningún animal, quizás de las cucarachas de la calle. Una vez aplasté una sin darme cuenta y desde entonces me entra un hormigueo en el cuerpo cuando las veo. ¡Se mueven muy rápido! Y otro majestuoso, el gato, sin duda. Aunque no me gusta la palabra majestuoso.
-¿Qué actividades realizas para olvidarte de ti mismo?
Dibujar, sobre todo. Y pensar historietas. También voy a nadar de vez en cuando. Sí, quizás nadar es lo que más me desprende de mí mismo. Es como si no lo hiciera yo.
-¿Tienes alguna cualidad entrañable que alguna gente te haya confesado y que coincida con lo que tú piensas de ti?
Sí, bailo muy bien. No, no, no, es broma. No bailo nunca…
No.
-¿Cuál es una enseñanza valiosa/funcional que has recibido de tu padre?
Mi padre es un hombre muy serio y perseverante con las tareas. Y su comportamiento en ciertos aspectos ha influenciado mucho el mío. También me enseñó a hacer los huevos fritos de manera correcta.
-Formula cuatro preguntas propias.
Marc, ¿Por qué dibujas cómics? ¿Qué pretendes hacer? ¿Estás seguro de todo esto? ¿No quieres parar? Todavía estás a tiempo.
Sí, me gustaría parar con todo esto. Dejarlo todo, volver a hacer el bachillerato, escoger el científico. Luego hacer la carrera de medicina u odontología y encontrar un trabajo estable para poder tener hijos y una mujer cariñosa y agradable con la que poder viajar cada verano a los lugares más exóticos y excitantes del mundo.
¿A quién pretendes engañar?
¿A qué te refieres? ¡Pero bueno! Hago lo que puedo.
…No me quiero hacer mayor. Cada vez siento mi muerte más cerca.
¿Por qué te comportas de esta manera tan autocomplaciente? ¿Por qué te compadeces tanto de ti? ¿No te parece que puedes resultar bastante patético? ¿Qué intentas demostrar?
Oh Dios mío… intento ser honesto conmigo mismo y no fingir que todos esos fantasmas no están dentro de mi cabeza. Si hay algo podrido en tu interior lo mejor es levantarlo y que desaparezca en la superficie.
Oye, ¿y cómo que te atreves a lanzar sentencias de esta manera? ¿No te das cuenta que no tienes ni puta idea?
Cuanta razón. Es todo una fachada. Intento parecer algo que no soy. Es un trabajo costoso, la verdad, prefiero mil veces que me digan lo que tengo que hacer a hacerlo yo por mí mismo.
—————————
PREGUNTAS PARA PAU ANGLADA
-¿Cuáles fueron las primeras ensoñaciones que compartías con Marc durante la creación del sello «Zángano Cómix»? ¿De qué modo se corresponden los títulos impresos con la idea que imaginaban inicialmente?
El primer número nació con muy pocas pretensiones, nos conocimos en la escuela La Llotja e hicimos un fanzine (La Cultura del Duodeno) porque siempre habíamos querido hacer uno y nunca habíamos encontrado a nadie para hacerlo. El segundo número fue bastante catastrófico y estuvimos a punto de dejarlo, hasta La Cultura del Duodeno #3 no nos lo tomamos un poco más en serio. Con este tercer número nuestra intención era que alguien más que nuestras familias y amigos conociera el fanzine, y más o menos resultó. Desde hace un tiempo hacemos pequeñas tiradas de fanzines en formato A5, con una temática concreta y bajo el sello de ZánganoComix, para mantenernos activos ya que sólo sacamos La Cultura del Duodeno una vez al año.
En el fondo la idea era juntarnos con gente que hiciera cómics, hacerlos y aprender un poco entre todos. Acostumbramos a hacer algunas páginas colectivas en cada número, creo que eso mezcla un poco los estilos y las formas de trabajar de cada uno. Aunque lo que más me gusta es que poco a poco se ha creado un ambiente «zánganocomix», y desde el principio nos atraía la idea de tener un espacio común dónde desarrollar nuestras historias con un imaginario compartido hecho a base de cruzar historias y personajes. Puede que sea un hecho muy interno y no se aprecie desde fuera, pero personalmente es lo que me parece más estimulante de todo el asunto.
-¿Qué destacarías de los cómics de Marc?
Muchos de los personajes de Marc están alienados en mayor o menor grado, son incapaces de comprender (pero sí capaces de utilizar) muchos mecanismos sociales. Esta distorsión se transmite en las atmósferas que crea, con pequeños toques surreales, lo justo para desconfigurar un mundo aparentemente ordinario. Estos dos aspectos juntos transmiten una cierta aleatoriedad en las normas que rigen a las personas y al mundo, no tanto porque sea absurdo, sino por la incapacidad de sus personajes de engranarse en la vida «normal» y de comprenderla, dónde en todas las cosas y en todos hay una agresividad latente, el miedo a ser dominado. Al fin y al cabo lo que viven sus personajes es la caída irremediable en el lado patético de la existencia, algo de lo que nadie se escapa; es difícil estar vivo sin ser patético a veces. Tanto «Dimo», como «Cornelius» o «Miguel y Ángel» son buenos ejemplos de ello.
—————————
© TODAS LAS IMÁGENES: MARC TORICES