MAX

Entrevista con Max.

Realizada por Roger para el no. 4 de The Gutenberg´s Quarterly. (Julio 2010)

-¿Crees necesario que la pareja del dibujante tenga que ser sensible a su oficio? ¿Funcionaría hacer familia con alguien indiferente al arte? Quizá funcionaría en los momentos en que uno trabaja “de oficio”, es decir, cuando dibujar es sólo un medio de ganarse el sustento. Pero hay momentos, cuando manda la intención creativa o la necesidad personal, en que uno lo pone y lo arriesga todo en su trabajo. Eso genera zozobra, dudas, lucha, momentos tensos e intensos, euforia, pánico… un auténtico tobogán emocional. Tener al lado a alguien incapaz de comprenderlo sería un lastre y un tormento.

-Los parajes solitarios y agrestes de Mallorca (típicos de las Islas Baleares) han influido en tu simbología y en tu gráfica. ¿Son parte de una búsqueda personal o podrías haber optado igualmente por la exuberancia y caos de otras ciudades? Tú lo has dicho: esos parajes agrestes y solitarios son para mí un símbolo, la traducción vivencial y visual de otra cosa. Es esa otra cosa, que no puedo definir o explicar -y es precisamente por eso por lo que necesito trabajar con símbolos-, la que necesito y busco. La he encontrado aquí como podría encontrarla en mil lugares más del mundo, aunque difícilmente, desde luego, en el caos de las urbes.

-¿Qué playita de Mallorca recomiendas para encontrarse a solas con el tempo que hay en tus cómics? Cualquiera, en realidad, con tal de que uno esté allí solo, o muy bien acompañado. Hace falta quietud y silencio (y el rumor del oleaje es una de las mejores clases de silencio que conozco) para captar la vibración que remite a esa otra cosa, y es esa vibración la que intento que constituya el tempo y la textura de algunos de mis cómics.

-¿Qué dibujantes te han hecho dudar sobre tu capacidad? Siempre he dudado sobre mi capacidad. Siempre los hay mejores que uno. Y querer emular a los maestros es uno de los impulsos básicos para progresar en el propio camino. Pero también hay que llegar a comprender algo importantísimo (y ahora vienen los nombres y la perogrullada): la obra de Chris Ware es mucho mejor que la de Max, pero del mismo modo que Max nunca será Chris Ware, Chris Ware jamás podrá ser Max. Uno no tiene que aspirar a ser el mejor del mundo, sino el mejor uno mismo posible.

-¿Cuáles otros te motivan a seguir dibujando? Muchos, y curiosamente los que en nada se parecen a lo que yo hago. Dibujantes “salvajes” como Fabio Zimbres o Xavier Robel, o esa pasada que es el Hansel y Gretel de Mattotti, o Crumb, como siempre, o Keko, la joya oscura del cómic español…

-¿Qué ha sido de Bardín, el Superrealista? Está en lista de espera. Empecé a trabajar en un nuevo libro de Bardín el año pasado, una historieta completa, pero de repente me nació otra historia a la que no pude resisitirme, y con ella estoy ahora. Va de un anacoreta del mundo contemporáneo, unas 130 páginas en blanco y negro, y espero que esté a punto para la próxima primavera.

-¿A qué superhéroes del cómic americano rescatarías de un incendio? A ninguno, y lo digo sin ánimo de ofender. Bueno, quizás a Plastic Man, aunque dudo que se lo pueda llamar superhéroe.

-¿Hay alguna decisión vital que hayas tomado inspirado en impulsos surrealistas? No creo, no soy muy impulsivo -y menos aún surrealista- en mi vida personal. Si alguna vez tomo decisiones aparentemente irracionales suele ser bajo el impulso de una intuición.

-¿Has dejado algún personaje o proyecto inédito porque en ese momento no encontrabas sentido a lo que hacías? Sí,  en varias ocasiones, hasta diría que con frecuencia. Siempre pienso que parte del mérito que pueda tener mi obra, tomada como un todo, descansa también en aquello que he decidido no publicar. Pienso a menudo que cuando me jubile escribiré un libro muy divertido recopilando y explicando todos esos proyectos abortados. ¡Tengo hasta el título: “El libro de las ocasiones perdidas”!

-¿De qué actividades domésticas disfrutas tanto como dibujando? Leer tumbado en el sofá, si eso puede pasar como actividad doméstica. Regar las plantas al atardecer. Cocinar guisos en cazuela de barro. Vaciar botellines de cerveza… Incluso fregar los platos, aunque eso pierde todo su encanto si hay que hacerlo cada día.

-¿Qué cosas no pueden faltarte en una larga jornada de dibujo? Música, tabaco y ventanas bien abiertas.

-Ya que conoces personalmente a tantos buenos dibujantes, ¿te parece que se dejan ver en su obra? ¿O eres partidario de la idea de que el arte pertenece al arte y es siempre más grande y guapo que su autor? Buena pregunta. Hum… Yo diría que a muchos autores se les nota un rastro de su obra en lo personal. Uno los trata y  piensa que, efectivamente, allí todo cuadra. Sin embargo es cierto que también hay casos desconcertantes, y no pocos, en los que parece imposible conjugar la persona con su obra. Así que creo que no debe existir una regla general. En cambio, que el arte es siempre más grande y guapo que su autor es algo que yo no pondría en duda.

-¿Recuerdas algún dibujo que haya surgido de un conflicto? Bueno, yo es que cuando estoy jodido paso mucho de dibujar. Otra cosa es que, ya después, ya sea por medio del subconsciente o mediante elaboraciones e intermediaciones propias del proceso artístico, ese conflicto acabe contenido en dibujos o manifestándose en historias. Eso es perfectamente habitual y además, creo, inevitable, y encima es lo que puede hacer que las historias de ficción –que es el género que yo practico- sean interesantes y convincentes, porque contienen una verdad.

-El público medio en España está últimamente más receptivo al mundo del cómic. ¿Qué autores (dibujantes y críticos) dan, a tu parecer, una idea acertada de la evolución gráfica española y de su buena salud? El momento es dulce. Tras reactivarse la edición en los últimos años, ahora se ha reactivado la información, el análisis y la crítica. Chapeau para la labor como historiadores de gente como Antonio Martín, Jesús Cuadrado o Toni Guiral. Chapeau para Santiago García por su libro La novela gráfica y por su blog Mandorla. Y para blogs como Tebeosfera, La cárcel de papel, Es muy de cómic, Entrecómics y un largo etcétera. No voy a citar dibujantes más allá del antes mencionado Keko. Basta repasar los sumarios de los 15 números de NSLM, la revista que dirigí junto a Pere Joan entre 1995 y 2007, para saber qué autores me interesan.

-¿A cuáles festivales de cómic asistes con regularidad? ¿Cuáles recomiendas en España? De motu propio tan solo voy regularmente a Angoulême y a Barcelona. A uno para ver lo que se cuece fuera y hacer contactos, y al otro para ver a mis colegas peninsulares. Yo diría que uno de los más recomendables en España es el Viñetas desde o Atlántico, de A Coruña.

-Si tuvieras la oportunidad de visitar tu pasado, ¿qué consejos vitales le darías al niño Max de 10 años de edad para los próximos 40 años de su vida? Chaval, no te quedes todo el día encerrado en tu cabeza. Sal, haz el ganso por ahí, persigue a las chicas, no le temas a nada. Los Reyes Magos son los papás y Dios no existe. Y, por todos los diablos, ¡píllate una guitarra eléctrica y monta una banda!

http://www.maxbardin.com/

© Todos los dibujos de Max.

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The Gutenberg´s Quarterly #4.  Portada de Kristian Hammerstad.

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